Algunos “palabros” sobre Marketing:
Insustancialidad: Cuando el mensaje es entretenimiento, juego, anécdota u opinión intrascendente la audiencia no lo retiene. A nadie le interesa el proceso de emprendimiento del 99% de las empresas. Lo que interesa es lo que hacen o sirven, la información sustancial y útil que atesora el usuario.
Inadecuación: El mensaje se plantifica ante el lector y éste no se da por aludido. No va con él. El contenido se refiere a otra persona, en otras circunstancias. Se ha elegido a quién les gustaría hablar, no a quién realmente hablan. El resultado, como si lloviera.
Desestimable: El contenido es indeseado. No se le espera porque no se le necesita. No ha habido una acción voluntaria por parte del usuario para acceder al mensaje. Lo ha encontrado y se le exige el esfuerzo de decodificarlo, comprenderlo y almacenarlo en su memoria. ¿Para qué va a hacer el esfuerzo?
Inoportunidad: Recuerdo una sala de fiestas de pueblo, en pleno verano, que si acostumbrabas los ojos a la luz y mirabas al techo veías los adornos de Navidad. Seguían allí. A veces, el contenido de marketing es como las guirnaldas navideñas en una noche de agosto: no dice nada y tiene que ver con el comportamiento, no sólo con el calendario y el reloj.
Omnipresencia: La obsesión de perseguir al destinatario lleva a colocar el contenido en todos los canales, a veces de una forma molesta. Lo necesite o no, el usuario automáticamente desconecta.
Obsolescencia: Las campañas de marketing de contenidos no retiran aquello inservible, inútil y obsoleto. El usuario puede tropezarse con información que no le sirve para nada y ganarse una decepción. La frustración perjudica la credibilidad, afecta a la confianza y genera desapego.
Redundancia: No hables a menos que puedas mejorar el silencio. Explicar lo que cuenta todo el mundo, sin un toque de originalidad intelectual, perspectiva distinta o aportación personal no sirve de nada. Como las fuentes redundantes abundan, el usuario prescindirá de ellas hasta que necesite el contenido.
Sobreabundancia: Cada vez son más frecuentes los espacios en Internet que tienen altísimas frecuencias de publicación y que abarcan una enormidad de temas usando todos los formatos posibles. No hay una voluntad de comunicar mejor, sólo de tener más palabras clave para lograr un posicionamiento decente en buscadores. La dispersión y la sobreabundancia sólo logran desanimar al usuario. Menos es más.
Conveniencia: El marketing de contenidos está hecho para lograr objetivos comerciales o de imagen. Se fundamenta en la persuasión y el disimulo, huyendo de la parafernalia del discurso publicitario. Pero no deja de ser publicidad. Y genera rechazo. Un estudio sobre aceptación del contenido por millennials, desveló que el 60% de los encuestados rechazan el contenido como argumento de venta. En cambio, el 75% espera del contenido conocimientos o ideas relacionadas con el producto. De nuevo, utilidad frente a la crematística.