Laboratorios

Todos tenemos un pasado. La Química también, aunque no lo parezca. De hecho si te pones a indagar un poco te das cuenta de que está presente desde el comienzo de las civilizaciones

Hay constancia de que en el Antiguo Egipto ya se conocía el proceso de curtir pieles, el mortero de cal, el vidrio y los cosméticos. 

El comienzo de la química como hoy la conocemos puede tener su origen en la alquimia. Numerosos cuadros de los siglos XVI al XIX representan escenas de laboratorios alquímicos propios de la época. En ese momento fue cuando estos laboratorios comenzaron a verse como lugares especializados para la práctica de la química y los crisoles, matraces, frascos y balanzas comenzaron a ocupar las mesas y estanterías.

Johannes Hartmann montó el primer laboratorio de docencia en 1615 y el primer gran laboratorio industrial para la investigación aplicada fue fundado por Thomas Alva Edison.

Algunos científicos sintieron la necesidad de salir del laboratorio y analizar lo que les rodeaba en su propio hábitat. Así nacieron los laboratorios portátiles. Ya en 1783, Guyton de Morveau describió un “neceser químico” con diversos materiales. Y de nuevo, el gran Humphry Davy pudo realizar varios ensayos con su laboratorio portátil durante un viaje que realizó en 1813 por Francia e Italia. Esto le permitió comprobar el comportamiento químico de una sustancia violeta descubierta por Courtois con propiedades semejantes al cloro y al bromo. Esta sustancia era el yodo.

Los laboratorios contemporáneos poco tienen que ver con aquellas primeras estancias habilitadas para el trabajo de los químicos, fundamentalmente por la aparición de la analítica instrumental y los ordenadores. Sin embargo aún se siguen utilizando matraces, frascos y crisoles para muchas de las actividades rutinarias dentro de un laboratorio.

Lo que sí es cierto, es que a pesar del avance de la ciencia y de la tecnología que inunda los laboratorios de hoy en día, seguimos teniendo mucho en común con nuestros antepasados científicos. Seguimos teniendo la misma ilusión por la experimentación, la inquietud por avanzar y la emoción del nuevo descubrimiento, sea este el neutrino más veloz del universo o la tan ansiada piedra filosofal.

Tras siglos de historia, el espíritu de la ciencia sigue intacto y en The Traffic Lab lo hemos llevado al terreno del marketing digital: en nuestro laboratorio estamos en constante experimentación para lograr las mejores fórmulas para ayudar a nuestros clientes a conseguir sus objetivos.

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