La prisión de Alcatraz es una de las prisiones más conocidas del mundo.
Hoy en día, la isla de Alcatraz es una de las mayores atracciones turísticas de la ciudad de San Francisco, pero durante casi 30 años Alcatraz fue la principal prisión de máxima seguridad de los Estados Unidos.
La isla alojó a algunos de los criminales más recordados de la historia estadounidense, incluyendo al mismísimo Al Capone. Los prisioneros que eran enviados ahí no eran necesariamente los que habían cometido los crímenes más atroces, sino aquellos que habían causado más problemas en otras prisiones federales.
Se creía que de la prisión de Alcatraz era imposible de escapar y, de hecho, no se ha reconocido oficialmente ningún escape exitoso, ya que se presume que los que no fueron atrapados o incluso matados durante su escape habrían muerto ahogados en las frías y agitadas aguas de la bahía de San Francisco.
Sin embargo, hay un puñado de prisioneros escapados cuya muerte jamás fue confirmada y hay quienes creen que algunos sí podrían haber concretado su escape. Este es el caso de los 3 prisioneros que protagonizaron uno de los escapes más espectaculares en la historia de la isla.
El complejo plan se comenzó a gestar en diciembre de 1961 e involucró a 4 reclusos, siendo Frank Lee Morris la mente maestra del escape. Los mismos guardas de Alcatraz reconocían su inteligencia y había llegado a la isla tras varias fugas.
Durante los cerca de 6 meses que llevó la planificación, los prisioneros excavaron cuidadosamente túneles para escapar de sus celdas con herramientas que lograron recolectar. Para no generar sospechas, realizaron unas detalladas máscaras de sus caras en una especie de papel maché las cuales colocaban en sus camas para simular que dormían plácidamente cuando, en verdad, estaban trabajando en su plan. Además fabricaron balsas y salvavidas con impermeables que fueron adquiriendo de otros prisioneros.
Todo este minucioso trabajo culminó cuando el 11 de junio de 1962 colocaron las cabezas de papel maché en sus respectivas camas, escaparon por los agujeros que habían cavado en sus celdas y, desde un punto ciego para las luces de la prisión, se lanzaron al frío y turbulento mar con sus balsas y salvavidas caseros.
Lo que pasó después, pasa al terreno de la especulación.
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