Charlie Robertson estaba preocupado.
Como representante de Bassett (una famosa marca), había mostrado casi toda la cartera de golosinas, pero su discurso no convencía al posible cliente, que mostraba un absoluto desinterés.
Desesperado, se giró para coger las últimas muestras. Entonces, al darse la vuelta, tiró sin querer una serie entera de golosinas.
El dueño de la tienda miró la mezcla caótica de todos los tipos de golosinas con regaliz y, para gran sorpresa y satisfacción de Charlie, hizo un enorme pedido de aquella mezcla.
Corría el año 1899 y así nacía el regaliz en varios formatos llamado Allsorts (que significa «de todo tipo») de Bassett. Todavía les llueven los pedidos.
La casualidad puede hacer que nos sonría la suerte y que innovemos con ella.
¿Tu proceso de innovación permite que haya casualidades y factores impredecibles favorables?